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Uno de los hobbies que más ha definido mis intereses, con un comienzo tan espontáneo e inocente como importante para mi estilo de vida. La chispa que inició toda esta odisea fue una publicación jocosa en mi muro de facebook, donde yo manifestaba "quiero una bici!", así de sencillo y sin más arandelas. La respuesta no se hizo esperar ni una hora, donde alguien de mi familia buscaba confirmar si en serio quería una bicicleta, porque tenía guardada una que me podría regalar. Me sorprendió muchísimo ver que con sólo manifestar querer algo que no podía conseguir por mis propios medios en ese momento, llegara de la nada. Ha sido uno de esos momentos en los que he creído que el deseo acompañado de un poco de voluntad y visión a veces puede ser un acto de creación. En los años venideros, mi simpatía por la bicicleta trazaría varias rutas que me llevarían a vivir de una manera en la que me arrepiento de pocas cosas.

Lo primero que cambió fue que comencé a ir a la Universidad en bicicleta y esto fue un cambio que disfruté hasta que me gradué. Ir hasta la Universidad en bus evitaba tener que pedalear y llegar cansado, pero sentía que perdía demasiado tiempo; además me costaba plata (en el bolsillo de un estudiante todo peso cuenta) y tenía la hora de transporte con varias limitaciones. El segundo gran cambio fue que pude crear otro círculo social más en mi vida. Contaba con unos pocos amigos que quedaron del colegio, algunos de la Universidad, pero con la bici comencé a conocer demasiada gente; más de los que incluso podía recordar. El tercer gran cambio era algo que nunca había considerado porque simplemente no tenía los medios para hacerlo: salir a dar paseos yo sólo a lugares más retirados como Sabaneta, Santa Elena, Rionegro, etc. Sin darme cuenta, estaba dando los pasos previos para entrar en el mundo del Mountain Bike.

Cuando comencé a trabajar, mis actuales jefes preguntaron por mis aficiones y les comenté del ciclismo entre otras. Este fue uno de esos temas donde se establecieron puntos en común porque ellos también eran entusiastas de la bici. Poco tiempo después de estar trabajando con ellos, recibí unas observaciones muy constructivas acerca de tomarme el tema del ciclismo con más disciplina, con más seriedad, más preparación y más devoción. En ese momento dejé de verlo como algo únicamente recreativo y se volvió algo más deportivo, más espiritual y lleno de mística.

Sentí que pasé la línea de no retorno. Que encontré un jardín zen para mi cuerpo y mente cuando necesitan desconectarse de la cotidianidad. Donde aspiro poder practicar este deporte hasta el final de mis días.

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