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Este es un interés completamente heredado de un Papá que tenía fascinación por los relatos militares de la primera mitad del siglo XX. Tres factores se encargaron de formar la amalgama perfecta para que yo entrara en ese contexto también: juegos de estrategia, género de guerra en el cine, y mi papá. El único problema que yo tenía para profundizar lo suficiente en este ocio, es que no me ha gustado mucho la lectura; y un historiador que no lee es como un programador que no programa. De manera que la forma en la que seguí consumiendo esta droga fue por medio de documentales, películas, juegos y pequeños artículos en internet. Conocer un poco de historia es algo que me he dado cuenta que le sirve a cualquier persona porque entiende la naturaleza humana en sus diferentes condiciones, y no sólo se entiende el origen de las cosas sino que a veces ayuda a entender las decisiones propias en cada etapa de la vida.

Una vez que estaba comenzando el mundo laboral también logré entender que la historia no es algo que sirve a la mente propia, es incluso un lubricante social. Conocer de diferentes temas permite amenizar reuniones, interacciones y establecer puntos en común. Es un as bajo la manga en muchas situaciones sociales difíciles de tratar. No es que no saber de historia bloquee a una persona de poder socializar, pero es claro que las figuras sociales más interesantes casi siempre son conocedores de la historia; y complementar los relatos de alguien en una reunión con detalles poco conocidos de la historia es como sacar un conejo de la chistera. Siempre va a ser bienvenido y a la gente le gusta conocer más.

Este es probablemente el ocio al que menos tiempo dedico, y por consiguiente no sé demasiado, pero siento aprecio por él y me gusta. La guerra es el contexto histórico donde más logro ubicarme, particularmente Primera y Segunda Guerra Mundial. Siempre me impactó el nivel de responsabilidad de los emperadores en la Primera Guerra Mundial, la astucia de los caudillos en la Segunda Guerra Mundial, y en general el ingenio y el nivel de psicología de un comandante para conseguir la expansión territorial; que aunque era un concepto muy arcaico, era la manera de demostrar y simbolizar el poder. Tiempo después quise conocer un poco más de la historia europea más antigua, pero es un océano de relatos tan vasto y complejo que es incluso difícil de concretar y conectar algunos relatos con otros.

Cuando ya había visto suficiente cine bélico, conocía las obras más representativas de la música clásica y la pintura, y tenía claros varios puntos importantes de la historia, caí en cuenta de que el arte y la historia comparten una relación fuerte, y que el interés en uno de esos contextos arrastra hacia el otro.

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